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sábado, 5 de diciembre de 2009

UN día triste

Ha estado con nosotros durante 13 años. Su presencia era una constante en los días que no iba a trabajar y me quedaba en casa. Parecía una prolongación de mi persona. Cuando en la madrugada me levantaba, lo primero que oía eran sus patitas al caer en el suelo, inmediatamente la puerta cedía a su empujón, se acercaba sigilosamente se ponía a mis pies y restregaba su carita contra ellos, luego se asomaba a la bañera y me pedía el agua de la ducha para beber, con una mirada larga e insistente. Cada mañana el mismo rito, como si lo descubriera por primera vez, se extrañaba con la aspersión del agua y jugaba a acercarse y alejarse al tiempo que bebía. Después me seguía hasta la cama y se ponía muy cerca, mirándome con sus ojos almendrados, grandes e inexpresivos apenas a unos centímetros de la cara. Me hacía gracia esa carita de interrogante, como aquél que no entiende exactamente lo que está haciendo. Carita de nada le llamaba yo. Si tardaba un poco en despertarme sus lametones en la mano, su ronroneo, su patita en alto, y un leve maullido, me despertaba como si me dijera ¡eh tú! ¡que es tarde! ¡levántate! Volvía a seguirme hasta la cocina y se ponía a mi lado esperando pacientemente y sin decir esta boca es mía, a que yo compartiera la leche del desayuno con él. En la leche le disolvía su medicación diaria, luego le daba de comer. Cuando salía de casa, a la vuelta me lo encontraba esperando en la puerta, como si fuera un perrito. Era rutinario y repetía una y otra vez las mismas costumbres. Cuando te sentabas a ver la televisión subía por tu regazo hasta llegar al hombro y en un equilibrio digno del mejor profesional, hacía desaparecer sus patitas y se posaba sobre tu brazo, ronroneo va ronroneo viene, junto a tu oido, y allí podía quedarse hasta que tú te movieras, entonces volvía por donde había venido, se ponía tu lado y apoyaba su cabeza sobre tu mano, o sobre tus piernas y allí se acurrucaba. Hoy ha sido uno de los dias más extrañamente triste de los últimos dos años, desde que mamá se fue. Hemos tenido que sacrificar a nuestro gato. Se ha ido un trocito de la familia.

4 comentarios:

  1. Lo siento mucho, siempre es doloroso perder una mascota, y cuando es más que eso, un amigo, mucho más. Me ha conmovido mucho el post. Un beso
    Ah, gracias por tu visita y por tu comentario, yo también estoy de acuerdo.

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  2. Gracias Charles! ¿Tienes Facebook? porque tenía ganas de comentarte un par de películas y de libros, pero no me atrevo a hacerlo en tu blog para no desvirtuar el post.
    Gracias. ¡Salud!

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  3. Siento que se haya muerto tu gato, se quieren mucho y ellos nos corresponden con creces. Yo también tengo animales, me gustan mucho y me aportan mucho cariño.
    Me ha gustado mucho el escrito expresando tus sentimientos por tu gato, es precioso. Saludos afectuosos.

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  4. Muchas gracias Clariana. Fue una gozada tenerlo. Durante un tiempo lo extrañaré porque su ausencia ha dejado un gran hueco. Uno se acostumbra a sus rutinas y cuando llega la hora en que él se acercaba el hecho de que no suceda entristece. Parece mentira pero cuanto cariño se vierte en ellos, y cuánta compañía hacen. Nos dió mucha ternura durante este tiempo y eso es lo que más se echa de menos. Además era un gato muy bueno, no hacía trastada ni mordía...todo eran cariños...gracias por tus palabras Clariana, sabes que me gusta leerte.

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